La grasa corporal y el plasma, la alternativa natural que gana terreno frente a otros tratamientos que no se realizan con materia autóloga del paciente.
Existen diversas técnicas tradicionales para retrasar la aparición de los signos del envejecimiento, cuidar la piel dañada por los agentes externos o rehidratarla, pero todas ellas tienen en común la aparición en escena de productos químicos. Lo novedoso es conseguir resultados similares a los que obtenemos inyectando ácido hialurónico, con la mesoterapia o los peelings, pero sin utilizar nada artificial. ¿cómo? fabricándolos a partir de la grasa o la sangre del paciente. Hablamos de los “eco-retoques”: procedimientos mínimamente invasivos con efectos alucinantes.
¿Qué son los biofillers?
Uno de los tratamientos estrella de la medicina estética es el ácido hialurónico, y que con estos inyectables somos capaces de “revertir” las atrofias faciales propias de la edad, volviendo a las volumen a ciertas áreas. Los biofillers son rellenos autólogos, es decir, material de relleno fabricado a partir de la grasa o de la sangre del propio paciente, de modo que pueda utilizarse como material de relleno en las zonas deseadas del rostro (las más comunes: surcos nasogenianos, malares, mentón, pómulos y labios).
En el caso de los rellenos con grasa la zona donante para la extracción de los adipocitos puede ser el abdomen o la zona de los muslos y para el relleno con plasma, con una extracción sanguínea es suficiente. El proceso en ambos casos es el mismo, mediante un proceso depurativo se obtiene el material para infiltrar en la zona que se desee.
Los biofillers se infiltran en cualquier zona susceptible de relleno, siendo la gran ventaja de éstos la imposibilidad de rechazo del mismo ni de reacción alérgica. En el caso de los rellenos con grasa, los resultados son, a diferencia de los que ofrece el ácido hialurónico (que es una sustancia reabsorbible), permanentes en el tiempo.